Cuando mi madre se casó, llevaba las recetas de cocina apuntadas en una libreta. Si bien es cierto que en aquellos tiempos, allá por 1.966, a las mujeres se las educaba de una forma algo diferente a la de ahora, mi madre era muy novel en lo que a fogones respecta. Siempre deseosa de aprender, lo que más le gustaba era esperar la llegada del semanario “7 fechas” para leérselo de pe a pa. Es lo que hace ahora con, como la llamamos sus hijas, la “enciclopedia Pronto”, para luego contarnos los beneficios de tal alimento o algún que otro consejo.
Natural de Terque, al casarse, se fue a vivir a Alhabia, donde fue recopilando recetas de vecinas, madre, suegra, etc. Su madre le regaló una hornilla Corberó, que estrenó con un guisillo, quizás eso explique por qué luego lo cocinaba tantas veces (más de las que yo hubiera querido). Sin miedo al fracaso ni a lo nuevo, un día se levantaba y le decía a su vecina: “Lola que voy a hacer migas, ¿cómo se hacen?
Poco tiempo después, llegaron los hijos. Casa, hijos y negocio familiar, era cuestión de organización! Ayudaba a mi padre con las facturas y los pedidos cuando se estableció por cuenta propia, incluso se iba de viaje con él. Pero ya éramos 5, algunos más trastos que otros, y el negocio se ampliaba cada vez más, así que en casa ganamos una segunda madre, mi tía Rosa, para nosotros, la “Titi”.
Mi madre enviudó con 45 años. Sus dos hijos mayores, de 18 y 20, se hicieron cargo de la empresa, y las tres niñas continuamos con nuestros estudios. Me consta que siente gran orgullo y satisfacción por ellos, y por nosotras, las tres tituladas universitarias. Siempre al pie del cañón, a pesar de los avatares del destino: suspendía con nosotras, se alegraba de nuestros triunfos y progresos, nos animaba, nos daba aliento, nos escuchaba pacientemente, aunque estuviera ya aburrida de que le cantara los temas de las oposiciones, las marcas de natación, los entrenamientos o las maravillas de internet. “A mi es que el Facebook me parece lo peor del mundo…”, “no, mamá! Peores son las guerras y las drogas!”
Mi madre tiene un fondo de armario de vértigo. Antes de comprarte unos zapatos o un bolso, haz memoria si ella lo puede tener. Su amiga y “personal shopper” Trina siempre ha sabido asesorarla bien, y cualquier tendencia que se precie, tiene cabida en su armario. Estilo, elegancia… y humor, mucho humor!
- Hija, ¿por qué no te compras unos pantalones de print animal?
- Ay, mother, a mí eso no me gusta!
- Jesucristo, qué rara eres!
A mi madre el inglés le gusta regular, lo mismo que la informática. Sin embargo, conseguí que aprendiera algunas palabrillas y que se plantee tener un Ipad. Su mayor afición es viajar: a sus 71 años, ha recorrido gran parte de la geografía nacional con los viajes de Manuel el de Alhama, y fuera de nuestras fronteras, Italia, Praga, Budapest, Lourdes, Fátima, Moscú y San Petesburgo.
Super madre donde las haya y ahora super abuela. La “aíta Carmen” ha hecho las delicias de los pequeños de la casa y nos ayuda a criar y a educar “como Dios manda”.
Mi madre cocina de categoría. Hasta ella lo dice: “ahora que soy vieja, me sale la comida buena!”. El tema postres nunca le ha llamado la atención, pero no nos importa, tiene otros puntos fuertes. Se ha especializado en almuerzos tamaño XXL, y llena la encimera de tupers como si su cocina fuera la de un catering. Por allí pasamos todos religiosamente a por nuestra ración cuando recibimos el whatsapp “he hecho cocido, venid a comer y os lleváis los tupers”.
El arroz, el puchero, la menestra, la jibia en salsa, el cazón en vinagreta, el calamar en aceite… y así un largo etcétera de exquisiteces que sólo mi madre sabe preparar.
Por eso, y por mucho más, cuando personalizamos algunos de nuestros productos, pensamos que ella debía estar ahí. Un homenaje a toda una vida dedicada a nosotros, un guiño a su buen hacer culinario. Feliz día de la madre, mamá.
Manolo, Juan, Mari, Victoria y Araceli
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La mother |
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Aceite Chef Rico |