martes, 9 de octubre de 2012

El desayuno de los campeones

El desayuno es la primera comida del día. Debería ser la más contundente, puesto que nos despertamos después de varias horas de ayuno; pero no es así. La cultura "antidesayuno" está presente en todas las edades: los niños porque no se acostumbran a comer tan temprano y los mayores porque quieren guardar la línea. Pero con esta práctica tan poco saludable, solo se consiguen bajones de azúcar, desmayos y la tentación de comer algo realmente calórico cuando ya no podamos aguantar el hambre (recordemos que no hemos desayunado...).

Prácticamente todo lo que comemos se convierte en energía; y si bien es cierto que tenemos que ajustar nuestra ingesta a la actividad física que hagamos, hay una cantidad mínima de calorías que necesitamos, para la correcta formación y funcionamiento de los órganos y el mantenimiento de la temperatura corporal. Eso explica por qué en las zonas donde hace más frío, un guiso con fundamento sienta tan bien; por qué las personas que padecen trastornos alimentarios como la anorexia, suelen tener frío, cuando el resto no, y por qué los niños pequeños necesitan tanta energía.

Esa cantidad de energía mínima varía con la edad, y es menor, cuanto más mayores seamos; esto es, conforme te haces mayor, para mantenerte en tu peso, o se toman menos calorías, o se hace más ejercicio.

Yo apuesto por la segunda opción, complementada además con varias comidas al día, y haciendo honor a la expresión de "desayunar como un rey, comer como un burgués y cenar como un mendigo". Así, vamos consumiendo esas calorías a lo largo del día y no se acumulan.

La glucosa es el combustible del cerebro, así que empieza la jornada con un buen desayuno, incluyendo lácteos (leche o yogur), hidratos de carbono (galletas, tostadas, etc.) y vitaminas (zumo o fruta). Verás que no son tan necesarios los complementos vitamínicos que tanto se toman en esta época del año.

Y tú, ¿a qué esperas para ser un@ campeón@?

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